El testimonio de los asnos
Había un hombre en La Meca que solía reunir en su casa a hombre y mujeres y les ofrecía vino. Se quejaron de él ante el gobernador de La Meca quien lo desterró a Arafat y allí se construyó una casa. Volvió a incitar a sus amigos y los invitó diciendo:
¿Qué os impide volver a vuestra antigua costumbre?
Y sus amigos dijeron:
¿Y cómo llegaremos a ti estando tan lejos?
Y el hombre repuso:
El alquiler de un burro es de un solo Dirham , y más seguro que La Meca es Arafat . Salid hacia él para [pasar un rato de] placer.
Así lo hicieron los amigos y tanto fueron que incluso aumentó la depravación entre los jóvenes de La Meca. Volvieron a quejarse al gobernador de La Meca le informó de la acusación y el hombre dijo:
¡Mienten, Oh príncipe!
Los demandantes replicaron:
Para probar lo que decimos manda reunir los asnos de La Meca y envíalos con tus intendentes a Arafat. Que allí se suelten los burros y si de entre todas las casas no se dirigen a la suya es que estamos mintiendo.
Y el gobernador dejo:
En esto hay una prueba y un testimonio justo.
El gobernador mandó reunir los burros de alquiler los envió con sus inspectores. Los asnos de dirigieron a la casa del hombre sin guía. Cuando los inspectores informaron de aquello al gobernador dijo:
Es una prueba tajante. ¡Desnudadlo!
Cuando el hombre vio al encargado del látigo le dijo:
Qué Dios te asista. ¿Es necesario que me azoten?
Y respondo:
Si.
Entonces dijo:
Por Dios, lo que más me duele, es las gente de Irak se alegrarán de nuestro mal. Se burlaran de nosotros y dirán: ¡los mequíes admiten el testimonio de los burros!
el gobernador rió y lo soltó
.
Del libro: al-‘Iqd al-Faríd de Ibn ‘Abd Rabí (adaptado)
اَلْكِتَاب: اَلْعِقْد الْفَرِيد لِلإِبْن عَبْدِ رَبِّه(بِتَصَرُّف)
اَلْكِتَاب: اَلْعِقْد الْفَرِيد لِلإِبْن عَبْدِ رَبِّه(بِتَصَرُّف)
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